How can you tell if someone ran a marathon?
Don’t worry, they‘ll tell you.
Pues eso, aquí va la crónica de mi primera maratón el pasado domingo 24 de abril, la Zurich Rock ‘n’ Roll Madrid.
Quería haber corrido una maratón mucho antes, muchísimo antes. Pero nunca encontré el momento. Que si los niños, el trabajo, la vida…. Pero por fin la corrí. Y OMG cómo disfruté.
No esperes un análisis del recorrido, ni de la planimetría, ni del número de avituallamientos ni nada sesudo. Solo algunas reflexiones que quizás te sirvan si te lo estás pensando también.
La preparación
Una tarde lluviosa de diciembre del 2021 saqué la tarjeta de crédito y me inscribí. Solté una sonrisa nerviosa cuando recibí el email de confirmación. Let The Party Begin, pensé. Ya no había vuelta atrás. El primer paso ya lo había dado.
No soy una corredora novata. En los últimos 15 años he corrido unas cuantas carreras de 10, 15 y media maratones, la verdad es que he perdido la cuenta. But a marathon is a different beast. ¿Cómo te preparas para eso? No tenía ni idea.
Sabía que hay miles de entrenamientos que puedes descargar de internet. Pero eso me daba poca tranquilidad y ninguna seguridad. No creía en un plan genérico apto para cualquiera.
¿Cómo sabía que se ajustaba a mis necesidades? ¿Y si era demasiado exigente? ¿Y si era demasiado flojo?
Necesitaba algo más serio. Era mi primera maratón y lo último que quería era abandonar a medias o pero aún, caer lesionada. Quería hacerlo bien y no cometer fallos. Fue por eso que contacté con Bikilo running. Llevaba un tiempo suscrita a su Newsletter y sabía que ofrecían planes personalizados online.
Por email les conté mi vida «runner» (MMP en otras carreras) y dos días más tarde tenía un plan de entrenamiento hecho a medida por Toni Peña, un ex atleta olímpico (Atenas 2004) con una marca asombrosa en maratón (2:07:34). Toni ahora está al frente de Bikilo running donde ayuda a corredores populares a conseguir sus metas. Con cabeza, planes personalizados y gran cercanía, un aliado perfecto para una novata en la distancia como yo.
Pues ya tenía un plan, un míster que vigilaba, un grupo online de runners Bikilo igual de locos que yo, y 16 semanas para convertirme en maratoniana.
Descubriendo nuevas rutas y distancias
Lo bonito de entrenar para una maratón es que necesitas salir de tu zona de confort. Suena manido, lo sé. Pero no me refiero a que tengas que hacer cosas que nunca antes habías hecho, que eso también. No, tenía que salir del parque Rodríguez Sahagún y de la Dehesa, los parques donde corría habitualmente. Porque se quedaban pequeños.
Me tocaban dos tiradas largas de 30 kilómetros, a ser posible en llano. Y como no quería hacerlo cual hámster dando vueltas al mismo circuito me decidí por Madrid Río. Los domingos me iba a la Casa de Campo, para hacer las tiradas de 15 a 22 kilómetros. Y para las series me desplazaba al Retiro los miércoles casi de noche, pero con un ambiente runner que no veas.
Descubrí zonas de Madrid donde nunca había corrido y recorrí distancias que no sabía que era capaz. A eso llamo salir de la zona de confort. Y asomar la cabecita por allí, engancha.
Y de repente solo queda una semana
Casi 4 meses, 5 salidas por semana y 3 carreras (Bomberos, Metlife y la media de Madrid) más tarde, de repente, se había acercado el gran día. Y allí me asaltaron las dudas.
¿Cómo voy a ser capaz de correr 42 kilómetros si nunca he corrido más de 30 kilómetros? ¿Y si hace un calor insoportable? ¿Y si hace frío insoportable? ¿Cuántos geles me tomo? ¿Qué es eso de las pastillas de sal? ¿Me pongo el chaleco de montaña o me llevo el cinturón? ¿Pantalón corto o pantalón largo? ¿Tenemos vaselina?
Parecía que nunca había corrido en mi vida.
Por suerte, en el pack que te ofrece Bikilo te toca una charla zoom con Toni unos días antes de la maratón para que le plantees tus dudas. Yo le hice preguntas lógicas y no tan lógicas (me había vuelto un poco paranoica).
Me dijo cosas que pueden parecer obvias, porque son de sentido común, pero en ese momento era justo lo que necesitaba oír. Tenía que creer en el entrenamiento realizado. El trabajo estaba hecho. Estaba más que preparada para acabar con garantías. Pero era importante que me lo creyese yo. Esa fue la parte difícil.
Madrid mola
Antes de entrar en harina, déjame decirte que la maratón de Madrid mola. De verdad. Dicen que el recorrido es un rompepiernas, que hay muchas cuestas y que el último tramo es muy duro. Y no mienten. Pero Madrid tiene otras grandes recompensas que la hacen muy especial y superrecomendable.
Hay bajadas, falsos llanos, subidas y subidas con muy mala leche. Pero eso, justamente eso, lo hace divertido y cero monótono. En serio. Además, Madrid es una ciudad de contrastes. Compara la Castellana con la Casa de Campo. Puerta del Ángel con el Barrio de Salamanca y Bravo Murillo con Madrid Río.
Y si eres un poco intens@ como yo, te depara un momento muy especial: cuando dices adiós a los corredores de la media. Creo que es entorno al kilómetro 18. Allí l@s de la maratón giran a la derecha y l@s de la media siguen de frente.
Después de ese «Good Bye and Good Luck» de repente hay más silencio y más espacio para correr. Allí es donde la aventura realmente empezó para mí.
Errores tontos y errores muy tontos
Lo bueno de hacer tiradas de hasta 30 kilómetros es que puedes hacer pruebas. Ver qué te va bien y qué te va mal. Probé geles de diferentes sabores y marcas para ver cuáles me gustaban más. Descarté los de cafeína y me quedé con los de 226 y Maurten. También me di cuenta de la importancia de beber, incluso sin que tuviera sed.
Aún así, el día D cometí una serie de errores tontos:
❌ Ponerme demasiado tarde en la cola para el baño
Antes de cualquier carrera tengo que ir al baño. No falla. No sé si es por superstición o por necesidad. Esta vez me puse demasiado tarde en la cola. No estaba en mi cajón cuando salían los del primer cajón. No pasaba nada, yo salía del cajón del fondo y había tiempo de sobra. Pero escuchar A Highway To Hell estando en el baño, no mola. No lo hagas.
❌ Llevar calcetines con costuras
Cómprate unos buenos calcetines. Los míos eran un poco viejos y aunque nunca me habían dado problemas, esta vez sí. La costura me molestaba entre los dedos de los pies. No mucho, pero lo suficiente como para agobiarme un par de veces. No es lo mismo correr 10 kilómetros con una piedrecita en las zapatillas que correr 42 kilómetros. Lo mismo pasa con unos calcetines con costura.
❌ Tomar cachos de plátano y Gatorade en el kilómetro 30
Si nunca has comido nada sólido durante una tirada larga, please, no lo hagas el gran día. Es «sentidiño común» y regla número 1 del manual del buen corredor. Yo nunca había comido plátanos durante los entrenos y me sientan mal las bebidas isotónicas.
En la Casa de Campo me tomé 4 cachos de plátano y dos vasos de Gatorade. ¿Por qué? No sé. Me dejé llevar por el ambiente y casi vomito.
❌ Tener el bluetooth del Garmin activado
Este es probablemente el error más tonto. Y ya me había pasado otras veces. Pero por los nervios no me acordé. Si está el bluetooth activado, el Garmin se vuelve loco. Al principio todo iba bien y me indicaba ritmos creíbles, pero más o menos por la Calle Velázquez me empezaba a marcar ritmos mucho más lentos de lo previsto. Al principio me agobié, después me resigné. ¿Podía ir más rápido? No. Pues ya está. Dejé de mirar el reloj más o menos a la mitad del recorrido e iba totalmente por sensaciones.
Algunos aciertos
✅ Ir ligera de equipaje
En las tiradas largas llevaba un chaleco con depósito de agua de Decathlon. Te deja beber a sorbitos cuando quieras y tiene infinidad de bolsillos para guardar cosas.
Mi idea era ponérmelo el día D por eso de la «autosuficiencia» y para no depender solo de los avituallamientos. Se lo dije a Toni. No dijo palabra, pero su cara lo decía todo. Cuando le pregunté por qué ponía esa cara, dijo que correr con un litro y medio de peso adicional «no lo veía». Que en una maratón como la de Madrid hay avituallamientos cada 5 kilómetros. Que hay que ir ligera. Lógico, pensé. Otra vez, sentido común.
Así que metí como pude 5 geles y dos pastillas de sal en los bolsillos del pantalón corto y dejé el chaleco en casa. Acerté, porque el 24 de abril hizo calor y mucho sol. Hubiese sudado la gota gorda con el chalequito.
✅ Ir a ritmo constante
La teoría me la sé pero la práctica me cuesta. Siempre me embalo en las bajadas y sufro en las cuestas. Además, en vez de ir de menos a más, voy de más a menos. Clásicos errores de principiantes.
Toni me dijo que era importante tener una buena estrategia de carrera. Tenía que ir a un mismo ritmo toda la carrera, independientemente de las cuestas y bajadas. Con un margen de 10 segundos para arriba o para abajo, pero no más.
Me aconsejó dividir la carrera en 3: ir muy cómoda los primeros 14 kilómetros e intentar mantener ese ritmo los siguientes 14. Y ya a partir del kilómetro 28 había que valorar si el cuerpo pedía algo más de guerra o no.
Le hice caso y sabía que estaba funcionando hasta que el reloj empezó a fallar. Después simplemente iba a lo que parecía un ritmo «razonable».
Curiosamente, al analizar luego los ritmos intermedios vi que había ido a un ritmo muy regular. Solo los últimos 5 kilómetros había ido más lenta, pero nada descabellado.
El cuerpo es sabio.
✅ Saber que alguien confiaba en mí
Y que no eran mi abuela ni tampoco mis amigas.
Era Toni, el maestro que durante 16 semanas había seguido de cerca mis tropiezos y mis progresos. El mismo que había predicho al minuto mi tiempo en la media del 3 de abril y en la Carrera de los Bomberos. Da mucha seguridad cuando alguien con autoridad te dice eso de «estás preparada».
Porque (casi) te lo crees.
Confesiones de una marca secreta
A cualquiera que me preguntaba sobre qué tiempo quería hacer, le decía «solo quiero finalizar y disfrutar». Mentira cochina. Yo quería algo más, pero me daba vergüenza decirlo. Quería disfrutar, pero también sufrir y exprimirme un poco.
En el formulario de Bikilo fui un poco más sincera: dije que quería hacer entre 4:30 y 4 horas. Era casi verdad. Mi objetivo secreto era hacerlo en 4 horas, o mejor aún en 3:59. Pero no quería hacerme ilusiones.
Como ya dije, a mitad de carrera realmente no tenía idea a qué ritmo iba. Había adelantado a los globos de 4:30 hacía un tiempo, pero nada más. No fue antes de llegar a la cuesta de Puerta del Ángel cuando supe que no iba mal encaminada, porque a lo lejos veía otros globos.
¡Eran los de 4!
Buena señal porque habían salido cuando yo aún estaba en el baño. Poco a poco logré acortar la distancia y conseguí acercarme. Tanto, que me llevé un par de globazos en la cara.
Esto debió ser cerca del kilómetro 36. Y aún quedaba maratón.
Seguía al tran tran, cada vez más metida para dentro, centrándome en mi respiración y no en los dolorcillos varios que recorrían mi cuerpo. Poco a poco. Pasito a pasito.
Hasta que, por fin, veía que estábamos cerca de la estación de Atocha.
Allí fue que pensé por primera vez aquello de «ahora ya lo tienes». A partir de entonces corrí con una enorme sonrisa en la cara. De oreja a oreja. Disfruté a tope ese último tramo, sabía que iba a finalizar mi primera maratón. Y mejor aún, sabía que incluso caminando acabaría un poquito por debajo de mi marca secreta.
Pero no caminé.
Hice 3:51:34 y la sonrisa tonta duró varios días. Por fin, corrí una maratón. Un sueño cumplido. Ahora, a por más…
